El Roblon

El Roblon

domingo, 29 de diciembre de 2013

La encina

Los poderosos versos de A. Machado dejan claro el porte de la encina... dispuesta a sobrevivir -al igual que el resto de seres que habitan la dehesa- al precio que sea necesario pagar.

... publicidad de "el Roblon" en el 2000... año de inauguración...

El diccionario de la RAE (Real Academia Española)... nos informa que proviene del latín vulgar ilicina... y así la describe:

"Árbol de la familia de las fagáceas, de diez a doce metros de altura, con tronco grueso, ramificado en varios brazos, de los que parten las ramas, formando una copa grande y redonda, hojas elípticas, algo apuntadas, a veces espinosas, duras, correosas, persistentes, verdinegras por la parte superior y más o menos blanquecinas por el envés, flores de color verde amarillento. Tiene por fruto bellotas dulces o amargas, según las variedades, y madera muy dura y compacta".



Evidentemente un naturalista  -o experto en "vidas ajenas"- seguro nos daría una explicación más técnica de una encina... aunque, por ahora, nos basta saber que son las protagonistas de las dehesas y marcan las estaciones mientras dan cobijo y comida a multitud de "habitantes"... también a los humanos -a estos incluso les ofrece su "cuerpo yermo" para calentar las noches de invierno-.

Rodeando la casa... también en la finca y, por supuesto, en el entorno del valle... tenemos ejemplares centenarios -difícil calcular edades de éstas moles-... muchas de ellas con troncos ya huecos o tremendas heridas de podas a la antigua usanza... ¡hachazos van y vienen!.

Sin embargo quedan algunas encinas fuertes y sanas... ¡da gusto verlas!... este es el caso de la que tenemos en el patio Norte de la casa... magnífica y bien desarrollada.


Lo cierto es que -cuando decidimos edificar la casa en esta finca de algo más de 4 has.- se nos presentó a la vista este ejemplar y ya supimos que aquí comenzarían las obras.

Ocurrió una tarde... de esas plácidas y amables... cencerros cercanos y algún ladrido de mastines lejanos... recorriendo el terreno a la búsqueda de un lugar donde vivir los siguientes años; apartando jarales... aún pringosos por un verano tardío... apareció una pequeña pradera bien sombreada por la encina en cuestión.

Pero antes de llegar a este pequeño oasis manchego - en la misma finca - nos colocamos en un alto... una ligera colina ondulante hacia el arroyo, desde donde veíamos la sierra en toda su dimensión... una de las dos sierras que nos defienden... al Sur la de San Vicente y al Norte esta que nos ocupa; ya hablaremos de ellas otro día.


En este preciso momento que escribo -a punto de acabar el año- ya tenemos el invierno encima, y suena la chasca con el chisporroteo de maderas quemándose en el hogar de la cocina "de la abuela"... ya sabéis, cocina de hierro que también se da en llamar "económica".

Ya desde el mes de octubre andamos cortando leña, aquí y allá, unas veces en poda ligera y otras en plan intensivo - principalmente las que se secaron y no pudieron seguir viviendo... aunque estas "comen" cadena de la motosierra, al contrario que cuando cortamos en vida, que parecen mantequilla ante el acero.


Sin embargo, a veces, los vientos y las tormentas furiosas nos acercan el trabajo a casa... aunque cierto es que algún pensamiento triste nos asola ante la visión; en ésta ocasión una encina de buen porte no aguantó el "retorcío" del aire -eso dicen por aquí- y al borde del mismo camino de la puerta de la finca a la casa ¡zas!... bueno, nos quitará viajes.




Me llaman a la cocina... que la lumbre se apaga... en otro momento charlaremos sobre las cosas que por aquí suceden -no demasiadas en novedades... pero sí constantes y conocidas-.

Por cierto... hoy tenemos una patatas con níscalos, en sartén de hierro... con mango largo -así debe ser-; estáis invitados...



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